EL MISTERIO DEL ELEFANTE ESCRITOR
(Eva María Rodríguez)
Mono, Ardilla, Conejo y Elefante iban juntos al colegio
todas las mañanas. En el cole aprendían a leer,
a escribir y muchas otras cosas divertidas.
Mono, Ardilla y Conejo se reían mucho de Elefante,
porque, con sus grandes patas, no podía coger el lapicero.
Elefante estaba muy triste, porque no podía escribir, ni dibujar ni colorear.
Un día, Elefante llegó al cole con un precioso cuento que
él mismo había creado, lleno de dibujos
y colores.
-Seguro que tú no has hecho eso -dijo Ardilla.
-A ver, ¿por qué no? -dijo
Elefante.
-Porque tienes unas patas enormes y no puedes escribir.
Te lo han hecho tus padres -le dijo Mono.
-No -dijo Elefante-. Mis padres tienen
las mismas patas
torpes que yo y no saben escribir.
-Niños, tranquilos
-dijo el maestro Ciervo-. Elefante, ¿has hecho tú ese cuento?
-Está bien, demuéstranos tu talento, joven
Elefante -dijo el maestro Ciervo.
Elefante se fue a una habitación él solo con su estuche
de lápices de colores. Cuando
volvió y enseñó lo
que había hecho todos se quedaron admirados.
-Alguien te ha pasado el cuento por debajo de la puerta -dijo Conejo.
-¡No digas tonterías! -exclamó Elefante-. Acabo de hacerlo.
-Y ¿por qué no tienes las pezuñas manchadas? -preguntó
Mono-. Con esas patazas tendrías que estar muy sucio.
-Porque no ha hecho el cuento con las patas, joven Mono -interrumpió el maestro Ciervo-.
¿No es cierto,
joven Elefante?
-Es cierto
-dijo Elefante-. No escribo con las patas.
-¿Qué usas para escribir entonces,
jovencito? -preguntó el maestro Ciervo.
-Me da vergüenza decirlo -dijo Elefante.
-No tiene por qué, joven Elefante -dijo el maestro Ciervo-. Has solucionado tu problema de una manera brillante. Y el resultado es espectacular. Contesta, por favor, tengo gran curiosidad